Rafael Eduardo Rodríguez
Docente Escuela de Antropología
Jonathan es un joven de 15 años de edad, estudia noveno grado en el Centro Escolar “Rafael Barraza Rodríguez”. Su padre murió cuando él tenía cuatro años, por tal motivo no lo recuerda mucho.
Su madre, cuando él tenía doce años, lo llevó con sus abuelos maternos para que le ayudaran a educarlo, ya que ella decía que tenía miedo a que se le fuera a meter en las maras, debido a que el lugar donde ella vive está controlado por una de las dos pandillas principales del país.
El adolescente es muy obediente con sus abuelos y ya aprendió a trabajar en agricultura, además, aprendió a tocar el piano y es miembro del coro de la parroquia Nuestra Señora del Carmen. También es bastante aplicado en sus estudios, ya que con mucha facilidad aprende lo que sus maestros(as) de tercer ciclo le enseñan; es buen deportista de fútbol.
Desde ese año Jonathan, junto con otro grupo de compañeros y compañeras, empezaron a enfrentar una serie de problemas con la profesora que les imparte matemática, pues ella es muy estricta en el aula y en su enseñanza.
Ella explica los complicados ejercicios y luego hace que pasen los alumnos y alumnas a la pizarra para desarrollarlos y, si alguien se niega, lo regaña y si no los desarrollan las demás personas se burlan.
Por otro lado, si el alumno o alumna le dice que necesita mayor explicación se enfurece más y los hace sentir mal, diciéndoles que van a pasar a formar parte del “club de los ignorados”.
Eso mismo le sucede al que platica mucho, al que no entrega tareas y al que llega tarde a su clase, sobre todo en la primera hora del turno vespertino, así que los alumnos y alumnas prefieren no entrar a clases y quedarse escondidos en algún rincón del centro de estudios.
El club de los ignorados está formado por aquellos alumnos y alumnas ignorados por la docente; esto implica no contestarles el saludo, no recibirles las tareas ni calificárselas, es decir, como que no existieran en su clase.
Si los alumnos mastican chicle la profesora les daba tres opciones: tragárselo, pegárselo en el pelo y sentarse en él.
Debido a esta situación, el numeroso grupo de estudiantes que estaba en ese club decidieron hablar entre ellos y ellas, junto con otros alumnos y alumnas de otros grados, sobre esta problemática para ver si no sólo les ocurría a ellos, pero se dieron cuenta de que en las cinco secciones de tercer ciclo era igual para todos y todas, por lo que decidieron hablar con sus profesores guías y comentarles el tormento por el que estaban pasando.
Los profesores y profesoras responsables de los grados les manifestaron que no se preocuparan, que iban a platicar con la señorita que los tenía en ese club para que la situación no continuara, pero cuando abordaron el tema con la profesora de matemática, ella les manifestó que dejaran que ella desarrollara su materia y que, por lo tanto, no quería ninguna intervención ni sugerencia de nadie. Y el problema continuó.
Los y las alumnas, junto con las y los profesores, se avocaron a la dirección del centro escolar para notificar ese maltrato.
La profesora de matemática se molestó mucho y arremetió contra los primeros profesores que hablaron del club. La directora, al ver que la situación no tenía salida, decidió levantar un acta y dejar escritas las argumentaciones vertidas por alumnas, alumnos, profesoras y profesores.
El reclamo de la abuela
Jonathan decide contar a su abuela y a su mamá lo que estaba sucediendo en la materia de Matemática, por lo que su abuela decidió ir a la dirección del centro escolar a decirle a la directora que le dijera a “la señorita de matemática” que ya no siguiera maltratando a los alumnos.
Como el problema continuó igual, el día 15 de mayo la abuela materna de Jonathan decidió poner la denuncia en la Junta de Protección de la Niñez y de la Adolescencia de Cuscatlán (Conna), la que de inmediato investigó el caso denunciado: que la profesora emplea en el proceso de enseñanza y aprendizaje métodos disciplinarios antipedagógicos que atentan contra la integridad física y psicológica del adolescente Jonathan y de los demás alumnos y alumnas del tercer ciclo de la mencionada institución.
Los hechos descritos fueron calificados como violatorios a la normativa disciplinaria del centro escolar. Además, se dijo que la docente ejerce una disciplina que atenta contra la dignidad y derechos del adolescente. Así mismo, perjudica la integridad física y psicológica de los y las jóvenes, por lo que la calificaron como presunta infractora e irrespetuosa al principio de presunción de inocencia que les brindan derechos y garantías consagradas en la Constitución de la República y tratados internacionales.
La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, sus derechos y sus deberes.
Se llevó a cabo la audiencia el 8 de julio del 2014 y el joven estudiante ratificó su testimonio. La maestra enjuiciada negó los cargos, diciendo que no existía tal club de los ignorados, pero si el club de los tutores, y se auto describió como una persona sincera, honesta, cristiana y respetuosa.
La prueba sicológica que el Conna realizó en la maestra encontró los siguientes indicadores emocionales: cautela, evasividad, agresividad, inmadurez, sensible a la opinión ajena, ansiedad, insegura y con necesidad de cariño; pero no encontró trastornos psicológicos, por lo que la junta le recomendó estar en funciones del aprendizaje de los y las adolecentes y en el pleno desarrollo de sus capacidades, tanto mentales como físicas, además, garantizar el derecho a la educación y la cultura de sus alumnos y alumnas.
También le recomendaron de abstenerse de utilizar lenguaje inapropiado hacia los y las adolescentes, ya que les podía causar daños emocionales. La madre del joven solo pidió que esta situación no pasara a más y que la profesora cambiara.
La Junta resolvió que se había vulnerado el derecho a la integridad personal en las áreas psicológicas y emocionales del adolescente y ordenó a la docente abstenerse de ejercer acciones o métodos disciplinarios que atentaran contra la integridad personal; y que el joven cumpliera con sus deberes familiares, escolares y respetaría a sus maestros.
La actitud de la profesora no concuerda con la formación cognoscitiva que promueve el desarrollo de las funciones mentales y crea hábitos positivos.
Es importante que toda persona que se dedique a la profesión de educar y profundice su conocimiento de las leyes vigentes de nuestro país, así como de los convenios internacionales que tengan relación con la defensa de los derechos humanos, para que sean aplicados correctamente en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Finalmente la maestra de matemática, después de habérsele comprobado el maltrato que daba al alumnado de tercer ciclo, fue enviada a recibir atención psicológica por el Conna y le quedó prohibido ejercer maltrato de cualquier tipo a los educandos, por lo que los alumnos y alumnas fueron tratados con un poquito de moderación por ella.
Aunque la señora nunca perdió el carácter de una persona agresora por las miradas que les dirigía; pero verbalmente no los volvió a maltratar y, el término “club de los ignorados” no se volvió a escuchar jamás en las aulas del tercer ciclo durante el año, lo que propició un mejor clima estudiantil.

El Club de los ignorados: me hace reflexionar sobre los grandes errores de los docentes y las repercusiones que cada gesto, palabra, idea, maltrato puede dejar en la vida de cada uno de sus alumnos. No debió haber existido nunca el mencionado Club, por el contrario, conversar con ellos, analizar su método de trabajo, leer sobre educación, buscar ayuda. Veo al complejo Goliat vrs. David.
Gracias Lic Rafael Eduardo Rodríguez por presentarnos esta realidad tan dura en algunos de nuestros centros escolares en pleno siglo XXI.
Este es buen caso de muchos que suceden en las comunidades educativas, el cual no fue ignorado, porque siguió un procedimiento correcto, porque los estudiantes lo manifestaron al ver que la situación era frecuente con todos los que tenían clase con tal profesor.
Gracias por compartir este tipo de casos.