El pecenista dijo también que existe un evidente control del poder entre el órgano ejecutivo y el legislativo.
Wilber Góchez-Rafael Aparicio
La Palabra Universitaria
Abrirse espacios y gozar de buena reputación ante la opinión pública resulta complicado cuando se desarrolla trabajo desde el campo de la política, ya que este tipo de puestos siempre está rodeado por distintos estereotipos que la ciudadanía hace, como la corrupción, la falta de ética, arrogancia, prepotencia, entre otros.
En una entrevista en la radio de la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC) el diputado del Partido de Concertación Nacional (PCN), Francisco Merino, asegura que de manera generalizada los políticos salvadoreños siempre han tenido que desarrollar su trabajo con la poca credibilidad de parte del pueblo.
Con relación a lo anterior, explica que la poca credibilidad en los políticos y el trabajo que realizan en la Asamblea Legislativa no es un problema exclusivo de El Salvador, sino que esto se da de manera generalizada en la gran mayoría de países en América Latina.
“Ciertamente todos los países de América Latina sufren la misma situación en la que se evidencian factores como la falta de confianza y señalamientos de toda índole en el trabajo de los congresos o parlamentos de legislación”, aseguró el político quien en la década de los noventas fue vicepresidente de la república.
Merino destaca que hay países como Nicaragua, Ecuador y República Dominicana en los que los niveles de aceptación están muy por encima de la aceptación con que gozan los parlamentos y asambleas de la mayoría de países de Centro América.
Esta situación, según Merino, se debe a que tradicionalmente el papel de las asambleas y los diputados era marginal, ya que los órganos o poderes ejecutivos ostentaban el poder absoluto y en ningún momento eran democráticos. Lo único que querían era guardar apariencias y que las leyes se emitieran en una Asamblea, pero echas a la medida de lo que decía el poder ejecutivo.
Merino dice que esa dinámica sigue prevaleciendo en El Salvador, en donde el estira y encoge entre el parlamento legislativo y el poder ejecutivo se ha vuelto eterno. “Hoy hay un gran debate, especialmente en el momento en que se busca hacer leyes más justas y más convenientes para la población, pero el Ejecutivo forcejea e, incluso, muchos presidentes llegan a aplicar el veto constitucional. Hay una confrontación permanente entre ambos poderes del Estado”, reconoce.
Según el diputado esos escenarios lo único que demuestran es que sigue existiendo un evidente control del poder entre el órgano ejecutivo y el legislativo.
Merino explica además que para ser diputado no hay requisito alguno en cuanto a la formación académico-profesional, pero reconoce que se debe hacer enormes esfuerzos para ganarse el respeto y construir buena reputación en el campo político y ante la población en general.
“El ganarse esos espacios en una institución en donde están las diferentes corrientes del pensamiento político, las diversas expresiones de intereses sociales y económicos, los diferentes niveles de formación personal y académicas, resulta bastante complicado, especialmente desde la perspectiva de la opinión pública”, explicó.
Francisco Merino concluye que, a pesar de las dificultades de imagen y credibilidad con las que se encuentran en el día a día los diputados del órgano legislativo, se están haciendo esfuerzos propios para tener un mayor acercamiento con la población, haciendo uso de diferentes canales y medios para dar a conocer el trabajo y que, de alguna manera, se espera que se conozca y comprenda mejor el papel de los diputados en el país.
