Gabriela Platero comparte su experiencia sobre el desarrollo que ha tenido su hija desde el nacimiento hasta la actualidad.
Yancy Arriola La Palabra Universitaria
Con sonrisas, gritos, aplausos, bailes, cantos y travesuras, Emely Ariana Sarabia Platero, de tres años, se divierte como cualquier niña de su edad al jugar con sus osos de peluche y muñecas en la sala de su casa.
“Mely” como la llaman sus padres y abuelos, es una pequeña extrovertida que padece el síndrome de Down, pero no es impedimento para su desarrollo normal.
Cabe destacar que los infantes con síndrome de Down son como cualquier otro, fruto del amor de los padres, son seres humanos que agrupan un conjunto de cualidades y habilidades que se deben desarrollar integralmente, así como minimizar los problemas físicos y psíquicos que es preciso atender.
El síndrome de Down o trisomía, es un padecimiento que aparece en la especie humana como resultado de una anomalía cromosómica por la que los núcleos de las células del organismo humano poseen 47 cromosomas, en lugar de 46, según el descubrimiento del médico inglés Sir John Langdon Down, a quien se le atribuyó el nombre del síndrome y el doctor Jerome Lejeune.
Casi en todo el mundo y por décimo año consecutivo se conmemora cada 21 de marzo el Día Mundial del Síndrome de Down, ocasión en la que gobiernos y organismos locales en cada país, así como organismos internacionales dedicados al cuido, monitoreo y trato del padecimiento, desarrollan diferentes actividades enfocadas en hacer conciencia sobre el trato que debe de haber para con los pacientes que lo padecen.
Con voz quebrantada y lágrimas en los ojos, Gabriela Platero, una joven madre de 21 años, comparte su experiencia sobre el desarrollo que ha tenido su hija desde el nacimiento hasta la actualidad.
Platero tenía 17 años cuando dio a luz a su bebé y afirma que fue una experiencia muy difícil al escuchar el diagnóstico de los especialistas, al confirmar el padecimiento del síndrome de Down de la pequeña.
“Como madre es una de las noticias más difíciles que uno puede recibir, no por el hecho de que la niña tiene una capacidad especial, sino porque una madre jamás espera que los niños nazcan así, pero con la ayuda de Dios todo se puede superar”, comentó Platero.
Mely, según la descripción de los padres y abuelos, es una niña inquieta que no se le dificulta aprender al imitar fácilmente lo que se le enseña y coinciden en que lo que más le gusta a la pequeña son las cosas de Dios.
Además de jugar con sus peluches, muñecas y bañarse en la piscina como sus pasatiempos favoritos, Ariana también canta alabanzas con sus abuelos, su preferida se titula A quien iré. Al escuchar la pista, inmediatamente la pequeña grita “aleluya”.
Bendición es la palabra que la madre utiliza al definir a la niña. “Para mi Mely es una bendición, Dios me dio a mí un sentimiento hacia mi hija que naciera como naciera yo la iba amar”, dice Platero.
Según los especialistas la mayoría de los niños con este padecimiento son propensos a una variedad de enfermedades, especialmente del corazón, sistema digestivo y sistema endocrino entre otras.
Pero este no es el caso de la pequeña Ariana, ya que no padece enfermedades graves según comentó la madre. “Al nacer Mely mostró una probabilidad de soplo en el corazón, pero conforme los estudios siguieron en su avance el electrocardiograma salió negativo”, dijo.
“Lo único que se dificulta a la pequeña es hablar y ver” mencionó la abuela de la menor, Lorena Marroquín, quien comparte la mayoría de su tiempo con la niña.
En El Salvador son pocas las organizaciones que velan por el desarrollo integral de los niños con este padecimiento, una de las más especializadas con atención profesional es la fundación salvadoreña de síndrome de Down, conocida como Paraíso Down El Salvador, donde brindan terapias físicas, de lenguaje, estimulación temprana y adquisición de habilidades sociales.
Además también existe la Asociación Salvadoreña de Padres y Amigos excepcionales Down (ASAPAED), la cual es una institución sin fines de lucro, que también cuentan con el Colegio de Educación Especial, llamado de igual manera ASAPAED que contempla con programas educativos especiales para cada uno de los niños, al poner en práctica la educación especial y brindarles la oportunidad de su desarrollo integral.
El Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), también vela por el cumplimiento de los derechos y desarrollo integral de los niños con capacidades especiales.
En el sistema de salud pública no existe un área especializada para ayudar a desarrollar las capacidades físicas e intelectuales de estos niños y minimizar las enfermedades que frecuentemente padecen o pueden llegar a padecer.
“El gobierno debería desarrollar un programa específico para las personas con capacidades especiales, porque ellos son los que más necesitan”, comentó el abuelo de la pequeña, Rafael Sarabia.
La discriminación es uno de los factores que influye en el desarrollo integral de los niños, porque son muchas las personas que designan un trato diferencial o inferior en cuanto a los derechos y las consideraciones sociales de los seres humanos con este u otro padecimiento.
“Tanto un niño sin capacidades especiales necesita atención, más estos niños porque se les dificulta el aprendizaje, lejos de la discriminación ellos necesitan que les ayuden a integrarse a la sociedad”, concluye la madre de la menor.
