Salto cuántico, base de un aprendizaje para la vida

Licda: Morena Guadalupe Magaña de Hernández.
Docente: Departamento de Castellano
Universidad Tecnológica de El Salvador.

 

“la ciencia actual se está despojando de los grilletes de tres siglos de pensamiento en los que un paradigma particular, llamado “mecanicismo” ha dominado la visión del mundo de los científicos. Este cambio de paradigma está acarreando una nueva perspectiva de los aspectos humanos y su papel en el gran drama de la naturaleza”. Paul Davies (1995).

 

En nuestro recorrer educativo, no podemos dejar de reconocer que nos encontramos con seres que han desarrollado la capacidad de usar las palabras de manera efectiva, en forma oral o escrita, así como una insuperable habilidad en el uso de la sintaxis, la fonética, la semántica y los usos pragmáticos del lenguaje como la retórica, la mnemónica, la explicación y el metalenguaje.

Todo esto lo apreciamos con mayor claridad en aquellos seres que a temprana edad se deleitan y nos deleitan con esa parte onírica que les caracteriza, al poco tiempo de acompañarles en su proceso los vemos convertidos en escritores, poetas, periodistas y oradores.

Es increíble percibir como aquellos niños y niñas a quienes les encanta redactar historias, leer, jugar con rimas, trabalenguas y su interés genuino por aprender con facilidad otros idiomas, nos superan en querer dar ese salto cuántico como base de un aprendizaje para la vida.

Los sistemas tradicionales de enseñanza aplicados hasta ahora en la mayor parte de los espacios educativos, han ido configurando un tipo de estudiante pasivo, receptor de conocimientos, dependiente de la figura del profesor o la profesora, quien se ha constituido como el centro de la clase, limitando la creatividad y autonomía en las y los estudiantes.

En este sentido, el estudiantado del siglo XXI debe dar un salto cuántico que le permita pasar de la simple recepción pasiva de conocimientos, resultados, procesos, procedimientos y estrategias, a desarrollar múltiples habilidades y competencias necesarias para la vida, a desarrollar autonomía en su proceso de aprendizaje, a saberse y sentirse un ser necesitado de las y los demás.

Este cambio y salto cuántico deberá propiciarse desde ambientes educativos con enfoques visionarios, pues el proceso educativo será más rico y fructífero en tanto más posibilidades de expresión, de relación con el entorno, con la naturaleza, se le faciliten y propicien a los estudiantes.

Hoy no basta con conocer cosas, con repetir lo que se enseña-aprende; las y los estudiantes deben desarrollar una actitud de búsqueda, de selección y de tratamiento de la abundante información que existe y que en diversos medios y formatos encontramos a nuestro paso.

El estudiantado debe ser capaz no sólo de dominar el contenido de la información que encuentra, sino además debe saber expresar con su propio lenguaje el contenido de la misma. La regla de oro de cada estudiante debería ser “sin expresión no hay educación” la y el estudiante que no logra expresarse, relacionarse, es porque en alguna medida y en más de un espacio, se le ha mantenido reprimido.

Todas y todos los involucrados en el proceso educativo debemos ser conscientes que, encontrarle sentido a lo que aprendemos, no sólo es cuestión de comprensión, sino, sobre todo, de expresión y de relación.

A medida que él y la estudiante se acercan a los niveles de educación y aprendizaje superior, deben ir adoptando un enfoque más profundo respecto a su propio aprendizaje; enfoque que les propicien conocimientos suficientes y espacios de reflexión que les lleven a realizar de manera sistemática una autoevaluación de sus logros, es decir, de sus metas alcanzadas y metas por alcanzar, lo que les permitirá hacer un diálogo constante con su sique y con su libertad interior que les lleve a sentipensar, es decir, a establecer un equilibrio entre sentimiento, pensamiento y razón, que les motive a la acción y a la reflexión. ¿Qué hago? ¿Cómo lo estoy haciendo? ¿Habrá otra forma mejor…?

No debemos olvidar que, ante los cambios en los enfoques pedagógicos, el alumnado debe desarrollar la capacidad para convivir armónicamente con su entorno, saber escuchar con fina sensibilidad todo lo que le rodea.

Debe además desarrollar un alto grado de creatividad, para saber afrontar cada desafío que la vida le presente, porque el saber se construye, individualmente y colectivamente, por lo que las y los estudiantes del presente siglo deben también desarrollar la capacidad para dialogar y trabajar en equipo; esto requiere que el estudiantado posea cierto grado de respeto y tolerancia por la otra persona, por su opinión y aportes; claro, todo debe estar unido a la  capacidad crítica, a la constante actividad mental, corpórea, holística que le permita expresar sus ideas, así como a sentirse escuchado, amado, religado con su entorno, natural cultural, espiritual, ecológico, entre otros que le lleven a saberse y sentirse un ser holístico.

 

Actitud positiva y comprometida de participación.

En el punto anterior he señalado que los nuevos enfoques didácticos estimulan la participación activa del alumnado en los procesos de aprendizaje, ello implica una actitud positiva y comprometida de participación, cuestionamientos a las y los docentes, reacciones a las opiniones de las y los demás, postura crítica ante lo que dicen los textos, los materiales de estudio, entre otros.

¿Qué implicará entonces esta capacidad de participación activa en contextos de aprendizaje? Bueno, conocer y vivir ciertos valores para el sano funcionamiento personal y del proceso. Entre otros valores menciono los siguientes:

  • Desarrollar una actitud crítica.
  • Colaborar en las discusiones o proyectos en común.
  • Consensar las decisiones en equipo, los objetivos propuestos y trabajar de común

acuerdo.

  • Respeto a la diversidad.

 

Creatividad e interés por la investigación.

Esta es otra característica que el estudiante del siglo XXI debe poseer. Está muy relacionada con todo lo anterior, pero fundamentalmente desde una perspectiva constructivista. Para ello el estudiantado necesita potenciar una actitud constante de búsqueda de información y de superación, estar conscientes que todo está en cambio permanente, por ello debe estar dispuesto a buscar y generar nueva información, sistematizarla y estructurarla, además debe desarrollar la capacidad para dialogar y trabajar en equipo, para aprender de otros y otras, con otros y con otras, lo que exigirá al alumnado el respeto a la diversidad, estar abiertos a las diversas soluciones, opiniones y ser flexibles.

No hay duda que todas y a todos los involucrados e involucradas en el proceso educativo, hemos de reconocer que la participación y la expresión creadora lleva a las y los estudiantes a dar ese salto cuántico, que les y nos permitirá pasar de meros transmisores y receptores de información, a creadores, a artistas; capaces de crear nuevas realidades que les y nos permitan asumir la incertidumbre con sutileza y creatividad, a romper con la dicotomía de meros espectadores a re-creadores, de receptores pasivos a agentes activos del proceso de cambio que necesita toda sociedad emergente.

Atrevámonos todos y todas a dar ese salto cuántico, que será el camino hacia un aprendizaje para la vida desde la vida misma.

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