Con la celebración de una Santa Misa, celebrada en uno de los auditorios de la Utec, los compañeros de la escuela de psicología rindieron un sentido homenaje al compañero de labores.
Wilber Corpeño
La Palabra Universitaria
Compañeros, amigos, y familiares hicieron un especial homenaje póstumo con la celebración de una Santa Misa, que tuvo lugar en uno de los auditorios de la Universidad Tecnológica de El Salvador (Utec), al neuropsicólogo y profesor universitario, Robert Macquaid, fallecido hace algunos días.
La partida de un amigo, compañero y maestro como el profesor Macquaid ha dejado un enorme vacío, no solo entre la familia, sino entre toda la comunidad educativa de la escuela de psicología de la Utec, quienes le lloran, lamentan su partida, pero también recuerdan la calidad de profesional que encontraron en aquel docente que para muchos estudiantes era un referente en el campo de la neuropsicología.
Y es que mejor no lo pudo describir su colega, buen amigo y compañero de trabajo en la Utec, Benjamín López, quien entre otras tantas cosas que resaltó, dijo que Robert siempre se caracterizó por tener una curiosidad única en las ciencias biológicas.
“Era muy común encontrar sus disertaciones sobre el funcionamiento de la anatomía del cuerpo humano, incluso lo hacía desde que era aspirante a la licenciatura en psicología”, dice Benjamín López, quien fue el responsable de dar un sentido mensaje en el ocaso de la misa.
Al mismo tiempo agrega que Robert contaba con una mente privilegiada, tanto así que le permitía traer a la memoria recuerdos de su temprana edad “y decía que su cerebro no había hecho poda neuronal y eso le permitía recordar claramente sucesos desde que era un infante”.
Agrega que “como amigo se distinguió por ser bondadoso, atento y muy social. De esos que suelen ser el alma de la fiesta”, dice entre risas su amigo psicólogo.
“Todos en esta vida tenemos un propósito, y el tuyo siempre fue la familia, la docencia…tus alumnos, colegas y amigos te recordaremos siempre”, fueron las palabras con las que concluyó su emotivo mensaje Benjamín López.
El responsable de dirigir la celebración eucarística fue el presbítero y docente de la Utec, en el área de filosofía, Reynaldo Rivas, quien al término de la solemne celebración dijo que la muerte es algo que se debe asimilar con el tiempo necesario, es una cuestión que no se puede apresurar, “todo sana a su tiempo”, afirma.
“La sensación que queda internamente después de perder a un ser querido, es algo inexplicable. Yo puedo definirlo como una sensación de extrañeza, es un sentimiento que no se puede explicar”, puntualiza.
