Por Rafael Aparicio 
Profesor de comunicaciones
La Palabra Universitaria  
Hace más de 60 días la educación en El Salvador y en el mundo dio un giro de 360° ante la epidemia del covid-19.
Durante estos días de confinamiento hemos sido, al igual que muchos estudiantes, autodidactas de aplicaciones que quizá nunca pensamos usar y que, en menos de una semana, tuvimos que volvernos algunos hasta adictos a ellas.
Pero la adicción no es un patrón a seguir porque nos guste, sino por la necesidad de continuar enseñando desde nuestras casas a miles de jóvenes que ingresaron a los edificios de escuelas y universidades y ahora los dejan atrás hasta nuevo aviso.
Pero quizá alguien de los lectores podría decir que así debía ser, seguir en plataformas que le dieran la oportunidad a la gente a desarrollarse académicamente, y así se hizo, cambiamos las aulas presenciales por salas o habitaciones de nuestras casas, acondicionadas para que nos vieran u oyeran mientras la tormenta arreciaba cada día más fuerte.
Si bien esta pandemia nos enseña que la vida es hoy y si no vives completo el día vendrán otros y lo vivirán por ti, también nos deja claro que hay reglas que respetar y que se hacen mostrar con un rostro de fortaleza y credibilidad hacia los demás. El proceso de enseñanza-aprendizaje siempre es versátil, todos los días aprendemos nuevas cosas tanto el docente como el estudiante, y nos debemos ambos ese respeto.
Han pasado los días que al inicio contemplamos y, la vida nos va dando oportunidades para disfrazar el dolor, la tristeza y hasta el caos económico que enfrentamos o estamos a punto de enfrentar. Hay personas que toman decisiones por nosotros, buenas o malas debemos acatarlas, por la salud y por la vida misma.
Quedarnos en casa no es del todo algo malo, lo difícil es que nos acostumbramos a caminar menos y a pasar más tiempo sentados en un sillón, una silla u otro lugar que nos permita conectarnos con el mundo exterior, a través de la tecnología que tanta ayuda le ha dado a esta sociedad de la información.
No importa si vives en el campo, la playa o en la ciudad, todos estamos al final bajo el mismo techo de un país que no termina de arrancar sus motores, tratando de superar una pandemia mortal que nos tiene robotizados y con muchas dudas de un futuro alentador.
Vaya pues un motivo para disfrutar de nuestros logros al final de cada etapa académica; un ciclo que dejamos atrás con nuevas experiencias, aprendizajes y hoy día siendo más creativos que antes. Cerraremos la puerta por el momento, sin pasador.

Excelente reflexión. Muy acertada. Esperamos retomar pronto nuestra vida “normal”
con el chatgpt está más candente la situación